La amplitud de los movimientos de flexo-extensión está, ante todo, determinada por el desarrollo de las superficies articulares.
La amplitud global de la flexo-extensión es de 70 a 80 grados. También se puede constatar que el desarrollo de la polea es mayor por detrás que por delante, lo que explica el predominio de la extensión sobre la flexión.
La limitación de la flexión depende de factores óseos, capsulo-ligamentoso y musculares.
Factores óseos: en la flexión máxima, la cara superior del cuello del astrágalo impacta (1) contra el margen anterior de la superficie tibial. La parte anterior de la cápsula se ve protegida del pinzamiento, al ser desplazada (2) por la tensión de los flexores (flecha);
Factores capsulo-ligamentosos: la parte posterior de la cápsula se tensa (3), al igual que los haces posteriores de los ligamentos laterales (4);
Factor muscular: la resistencia tónica del músculo tríceps (5) intervienen antes que los factores precedentes descritos. Una retracción muscular puede limitar precozmente la flexión; el tobillo puede permanecer en extensión en posición de “pie equino”.
La limitación de la extensión obedece a factores idénticos:
Factores óseos: los tubérculos del astrágalo, sobre todo el externo, contactan (1) con el margen posterior de la superficie tibial. Son raras, pero también existen fracturas del tubérculo externo por hiperextensión, anatómicamente se ve separado del astrágalo formando el hueso trígono. La cápsula está protegida del pinzamiento (2) por un mecanismo análogo al de la flexión.
Factores capsulo-ligamentosos: la parte anterior de la cápsula se tensa (3) al igual que los haces anteriores de los ligamentos laterales (4).
Factor muscular: la resistencia tónica de los músculos flexores (5) limitan en primer lugar la extensión. La hipertonía de los flexores provoca una flexión permanente en la posición de “pie talo” ya que el pie talo anda sobre el talón.
La estabilidad anteroposterior de la articulación talocrural y su coaptación, están garantizadas por la acción de la gravedad (1) que ejerce el astrágalo sobre la superficie tibial cuyos márgenes anteriores (2) y posterior (3) representan unas barreras que impiden que la polea se escape hacia delante o, con mucha más frecuencia hacia atrás, cuando el pie extendido contacta con fuerza con el suelo.
Los ligamentos laterales (4) garantizan la coaptación pasiva y los músculos actúan todos como coaptadores activos sobre la articulación intacta.
Cuando los movimientos sobrepasan la amplitud permitida, los elementos deben ceder necesariamente. De esta forma, la hiperextensión puede provocar una luxación posterior con una ruptura capsuloligamentosa más o menos completa, o una fractura del margen posterior, o tercer maléolo, induciendo así una subluxación posterior.
Aunque la deformación puede darse después de una reducción correcta, si el fragmento marginal supera el desarrollo el tercio de la superficie tibial, entonces será preciso fijarlo quirúrgicamente mediante tornillo.
Del mismo modo, la hiperflexión puede provocar una luxación anterior, o una fractura del margen anterior.
En el esguince del ligamento lateral externo, el haz anterior es el primero que se solicita: en primer lugar, en caso de esguince estará simplemente “estirado”, se rompe en los esguinces graves. Es posible poner en manifiesto un cajón anterior, clínicamente, o sobre todo, radiológicamente: el astrágalo se desplaza hacia delante y los dos arcos de círculo de la tróclea astragalina y del techo de la mortaja tibial han dejado de ser concéntricos; cuando los centros de la curva están desplazados más de 4-5mm, existe una ruptura de haz anterior del ligamento lateral externo.
BIBLIOGRAFÍA
Kapandji, A.I. (2012). Tobillo. En Fisiología Articular(168-169). España: Panamericana.